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viernes, 2 de enero de 2015

Capítulo 5 ~ Segunda Temporada.

La rabia es jugadora profesional en casos de impotencia. Es difícil intentar controlarla, pero mas difícil es intentar controlar al corazón. 

— Gracias. —le agradecí con un tono de ironía, que ni yo misma sabía que podía sacar.

— Para eso estoy. —contestó Lucas, guiñándome un ojo con una sonrisa burlona que daban ganas de borrársela.

Me levanté decidida y cogí del brazo a Lucas para sacarlo, fuese como fuese de la casa. Me había jodido, y bien jodido. Ryan ahora me odiaría, como casi todas las personas de este lugar. Y lo peor era que, esta vez, sí sabía porque me odiaba. 

— ¿Qué haces? —me preguntó con asombro, Lucas, apartando su brazo de mi.

— Echarte, ¿no lo ves?

Volví a cogerle del brazo y abrí la puerta que daba a la calle.

— No me voy a ir.

— Si no te vas te echo. —le empujé para intentar sacarle, pero no conseguí moverlo.

— No te conviene echar a empujones a un agente de la policía.

Me quedé quieta. Helada quizás. ¿Me estaba diciendo que como pertenecía a la policía podría hacer lo que le diera la gana? 

Mi impotencia comenzó a subir, junto a la rabia. 

— ¡¿Qué mierda quieres, entonces?! —le grité, frustrada. Lo único que quería era que se fuera, que se largara de mi vista. Que me dejara vivir.

— Ya te he dicho que me tienes que contar lo que hiciste ayer.

Suspiré mostrando mi irritación. Quería que se fuera, así que se lo contaría.

— Estuve en el hospital, luego volví a casa y me fui a una fiesta de bienvenida y volví, de nuevo, a casa. Y, para ahorrarte el trabajo de volver, hoy he ido a la universidad para inscribirme y comenzar la carrera de fotografía, luego he vuelto y alguien me ha amargado el día con su estúpida visita. —le miré enfurecida y bajé la vista al suelo. — No saldré de casa en lo que queda del día. 

— ¿Y tu padre? ¿lo has visto? —me preguntó anotando cosas en una pequeña libreta de bolsillo. Asentí. — ¿todo bien con él? Sabes que si no me dices la verdad, la averiguaré sea como sea.

— Sí, todo bien. Aunque si los abrazos son un arma, entonces, arrésteme.

Lucas suspiró guardando su libreta en un bolsillo de su chaqueta. 

— Bien, hasta la próxima, mi querida ____(tn).



Subí las escaleras con intención de ir a la habitación de Ryan y disculparme. No iba a ser fácil pero tenía que intentarlo. 
Me quedé mirando la puerta de su habitación, ¿y si no me perdona? 
Toqué con un movimiento ligero, en el que me di cuenta de que me temblaba la mano bastante. Estaba nerviosa y preocupada. Una mezcla de ambas cosas corría por mi cuerpo.

— Adelante. —contestó la voz de Ryan desde el otro lado.

Abrí la puerta con sigilo y me apresuré a entrar. Ryan estaba sobre su cama junto a un laptop. No me prestó atención al entrar y eso hizo que me preocupara más.

— ¿Qué haces? —pregunté intentando quitar leña al fuego.

— No te importa. —contestó éste mirando aún hacia la pantalla. 

— Sí me importa, sino no te hubiera preguntado. 

Ryan levantó su vista un segundo para posarla en mi. Me crucé de brazos, intentando mostrar un estado tranquilo.

— ¿Por qué no querías volver, ____(tn)? 

Tragué saliva mirando a un punto fijo para intentar calmarme. 

«No quería volver porque tenía miedo de que no me aceptarais,  porque no quería sentir aun más fuerte por Christian, porque sufría una lucha interior intentando visualizar a mi padre como el de siempre en vez de al borracho que me pegó. Por muchas cosas. en general.» — No lo sé. 

Ryan se levanto malhumorado de su cama y abrió la puerta. 

— Puedes irte, entonces. —me señaló la salida. Sentí pinchazos por dentro y unas ganas tremendas de llorar. 

— Bien. 

Salí de aquella habitación que por un momento me pareció lo más claustrofóbico que podía existir. Las lágrimas comenzaron a fluir de mis ojos y el timbre de la puerta sonó. Bajé las escaleras mientras me limpiaba los ojos, deseando que la persona que hubiera tras la puerta no se diera cuenta de mis lágrimas. 

— Buen-- ¿estás bien? 

La silueta de Christian apareció tras la puerta. Abrí los ojos, sorprendida por su presencia. Alargó su mano para tocar mi rostro mojado, sentí como millones de descargas brindaban en mi interior. Tragué saliva con la intención de apagarlas. 

— Sí, estoy bien. —contesté y me aparté a un lado para dejarle pasar. — Si buscas a Ryan está en su habitación, puedes subir.

El sonrió y negó.

— No, no. No busco a Ryan, te busco a ti. —respondió este. 

Podía notar como mi corazón comenzaba a latir desenfrenadamente. Respiré lentamente intentando alejar la emoción para concentrarme en la realidad. Soy su mejor amiga, es normal.

— Uhm, ¿y qué quieres? —sonreí levemente para no mostrar lo molesta que estaba.

Él pasó su mano sobre el pelo y lamió sus labios.

— Bueno, pensaba que podríamos pasar algo de tiempo juntos, ya sabes, como amigos. 

Asentí y solté un pequeño suspiro. 

— Bien, vayamos a alguna parte. Necesito salir de esta casa.


 
Caminamos juntos sin pronunciar palabra hasta cruzar el jardín en el que habíamos quedado él y yo hace 4 años.

4 años... y el ya no me recuerda.

— Quedémonos aquí. —me pidió él. Le miré algo sorprendida, ¿se había acordado de lo que significaba este jardín?

— Uhm, sí, claro. —me dediqué a responder.

Habían muchas cosas que quería decirle; sin embargo, no decía ninguna. 

Nos sentamos en un banco que había justo en el lado derecho.

— ¿Quieres un helado? —me preguntó mirando a un puesto que había cerca de nosotros.

Todo esto me recordaba al pasado, era demasiado sufrimiento junto. 

Flashback.

— Yo quiero un helado de vainilla y caramelo, ¿y tú? —me preguntó Christian, sacando su cartera. 

— Yo uno de fresa. —contesté mientras sacaba mi dinero.

Me lazó una mirada y luego bajó hacia mi mano que sujetaba el dinero.

— Ya te puedes ir guardando el dinero, te lo voy a pagar yo.

— Eso es lo que te crees tú, guapo. —le respondí con una leve palmadita en la espalda.

— Lo que me creo y lo que va a ser. 

Christian me devolvió la palmadita en la espalda, con una sonrisa. No le iba a dejar que me pagase, así que intentaría mostrarme firme ante mi palabra.

— No. —le contesté cortante.

— Sí. —el me respondió de igual manera, temía que se enfadara.

— No. —añadí negando con un movimiento de cabeza.

— Sí. —imitó mi gesto, pero afirmando.

— No.

— No.

— Sí. —respondí cayendo en su juego. 

Al instante me lamenté el dejarme llevar. Él me señaló con el dedo índice mientras mostraba una sonrisa.

— ¡Sabía que ibas a picar! 

— ¡No es justo! —carcajeé mientras negaba.

— Silencio, bonita. —me contestó mientras pagaba al dependiente. Éste observaba todo con diversión.

— Gracias, ¡qué se lo pase bien con su novia! —el dependiente nos tendió los helados. Mis mejillas lograron encenderse al instante, ¿cómo podía fluir tan rápido la sangre?

Le miré a Christian por instinto y pude comprobar como él también se había sonrojado.

— Eh... no es mi novia. —contestó algo más cortante de lo que imaginaba. 

Yo tan solo me dediqué a mirar intentando bajar el color de mis mejillas.

— Uhm, —el dependiente comenzó a reír algo incomodo. — perdón.

Sonreí y le miré tranquilamente. El pobre señor se veía en un aprieto.

— No pasa nada. 

— Bueno, que lo disfrutéis. —se despidió con una sonrisa, aunque incómoda, y nos marchamos.



Tenía ganas de comenzar a llorar, pero no podía dejarme llevar por el lado débil. El médico dijo que le volvería la memoria, y tan solo me quedaba confiar en su palabra. 
Asentí y sonreí.

— Me apetece uno de fresa. 

Christian me miró por un segundo más y asintió vacilante. 

— Yo lo tomaré de vainilla y caramelo. —se dedicó a responder. — Voy a comprarlos, tú quédate aquí.

Se levantó y me sonrió forzadamente.

— Vale.

Había aceptado que se fuera él a buscarlos porque sabía que si iba podría ponerme a llorar enfrente de él. Sus sonrisas forzadas solo daban a entender que tampoco le era cómodo estar a mi lado, se notaba que solo lo hacía porque sabía que yo estaba enamorada de él. 

Por parte le agradecía a Olivia que le hubiese dicho mis sentimientos hacia él, eso me ahorraba decírselo más adelante. Pero no me gustaba la forma en la que lo había hecho, había sido sucio y rastrero. 

Suspiré y noté como una lágrima corría por mi mejilla. La retiré rápidamente antes de que volviera Christian. 
Mi móvil vibró en mi pantalón. Lo saqué del bolsillo y vi que me avisaba de un mensaje de número desconocido. Lo abrí con temor.

De: Desconocido.

Es genial verte sufrir de esta forma, no sabes cuanto tiempo lo he estado esperando.


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N/A: Holaaaaaaa. Bueno, por fin el capitulo. Quería subirlo el día 1 como regalo para comenzar el año pero me fui a Barcelona a pasar las vacaciones y eso daba como consecuencia tener que subirlo mediante los megas del móvil y... no es que me funcionen porque los gasté :'). Sí, soy genial. Bueno, al fin hoy se me iluminó la mente y le robé internet al móvil de mi padre y pude subir capítulo *aplausos* .

Y bueno, ¡espero que os haya gustado y hasta la próxima!

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Kisses***